El embarazo es una de las mejores ocasiones para que una mujer se plantee como base fundamental de su salud el tema de la alimentación, ya que este es el primer cuidado que una madre puede darle a su hijo. La ciencia de la naturaleza y la ciencia de la nutrición se unen aportando todos los ingredientes que irán formando a este nuevo ser, al comienzo de una nueva vida.
Es fundamental saber lo que es bueno para la madre o para el hijo y viceversa. Es decir, los nutrientes que debería tomar y los minerales que son necesarios para mantener y conseguir un buen estado de salud de esta unidad de madre-hijo. Una de las primeras cosas que se debe hacer es adoptar una nueva forma de comer y masticar. Se debe de comer más pausadamente, insalivando bien, aprendiendo a masticar y a segregar saliva casi de una forma voluntaria, muy relajadamente.
Lo segundo es una buena organización. Ya sabemos que durante el embarazo se desencadena un fuerte apetito y tendemos a consumir alimentos de lo más variado, pero debemos de controlar desde un principio esta calidad y esta calidad o se nos formará un acumulo de grasa. Sin embargo, tampoco es necesario imponer unas dietas muy estrictas, sino seguir un programa saludable de alimentación. Lo principal, de hecho, solo es que durante la gestación se les suministre correctamente a madre e hijo los nutrientes imprescindibles y la energía necesaria para el desarrollo del feto y de todos los tejidos maternos, así como de las mamas, del útero y de la placenta.
En el embarazo y también en la lactancia se requieren cantidades superiores de algunos nutrientes, pero viene siendo relativamente fácil adecuar una dieta suficiente en todos los elementos básicos que necesitas, a los gustos y hábitos más variados.
Durante los primeros tres meses deberemos seguir una dieta equilibrada con un aumento de proteínas de entre 10 a 20 gramos diarios. Durante el resto del embarazo, esto se aumentará de 20 a 30 gramos sobre la dieta normal. Esto viene a ser que sería saludable nutricionalmente llegar a 100 o 115 gramos de nutrientes al día.
También tenemos que tener en cuenta las grasas o lípidos, consumiendo diariamente una dosis de 20 a 30 gramos de aceite vegetal para conseguir el aporte adecuado de ácidos grasos esenciales. Sin embargo, el consumo de alimentos que contengan grasas acumuladas ha de ser el mínimo, ya que en la mayoría de la fabricación de estas grasas, se terminan transformando en lo que llamamos trans.
Los hidratos de carbono o glúcidos son muy importantes, evitando el abuso de azúcares. Se recomienda también consumir unos 400 microgramos al día de ácido fólico para aumentar y proteger las reservas y atender al rápido crecimiento de los tejidos. El hierro es otro mineral fundamental en nuestra dieta, y sería conveniente llegar a una dosis de 25 a 30 miligramos diarios. El calcio, el magnesio y el yodo también son esenciales durante esta delicada época, recomendando consumir unos 1.200 miligramos por días de calcio, unos 450 miligramos de magnesio y unos 175 microgramos de yodo.