Teoría del apego

Nacemos completamente indefensos, de no existir un cuidador amoroso y dedicado moriríamos en nuestra primera semana de vida. Nacemos con necesidades biológicas impostergables, pero también con necesidades psicológicas; así lo afirma la Teoría del apego.

Esta teoría, con Bowlby como su mayor exponente, postula la existencia de una predisposición innata para la formación de vínculos afectivos; algo así como un mecanismo biológico heredado que nos permite subsistir gracias al apego a otro ser humano, de allí la importancia atribuida a la figura materna. El apego entonces satisfará una necesidad tanto biológica como psicológica, y no se limitará a la infancia sino que será una necesidad a satisfacer durante toda la vida.

Por su parte, la teoría de las relaciones objetales sostiene que las experiencias de relación con el objeto amoroso primario marcan las estructuras psíquicas del niño, generando una organización mental que, una vez internalizada, perdurará en el tiempo y afectará las relaciones posteriores.

Para Winnicott las experiencias tempranas con nuestros cuidadores no sólo influenciarán nuestras futuras relaciones de pareja sino que para él la fuerza o debilidad del yo dependerá de la sensibilidad del cuidador para atender correctamente a las necesidades del niño en los primeros años de vida. El autor definirá dos elementos esenciales para una buena parentalidad: el apoyo emocional y la no intrusividad del cuidador.

Bowlby coincide con Winnicot y declará que el trato que los padres le den a sus hijos marcará intensamente el desarrollo posterior de su personalidad. Específicamente, el vínculo que más se señala como influyente en la vida de un niño es el vínculo con la madre. La mayoría de los teóricos de la psicología marcarán el apego y la calidad de los vínculos con la madre como uno de los pilares más importantes en la constitución del ser humano como tal.

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