Todos hemos pasado por un mal día, incluso una mala racha, todos alguna vez nos hemos sentido algo desanimados, tristes, nostálgicos y hasta experimentado pensamientos derrotistas.
Esto es completamente normal dado a que la vida está llena de experiencias que nos traen emociones de todo tipo, algunas de júbilo y otras de tristeza, nuestros días son así de cambiantes.
Sin embargo no todas las personas somos iguales y por ende no reaccionamos igualmente a los efectos que el va y ven de la vida tiene sobre nosotros; lo que pudiera ser un evento cualquiera podría estarte afectando de manera significativa y lo peor que podemos hacer es ignorar estos hechos.
Estamos criados para compartir nuestra alegría pero ocultando las tristezas, «los niños no lloran», «no cuentes tus problemas», e incluso hay una respuesta programada en toda y cada una de las personas a una de las preguntas más triviales pero significativas «¿cómo estás?», (respuesta inmediata) «bien». ¿Y si no estamos bien?, ¿y si estamos atravesando por un mal momento?, ¿cuándo es el momento idóneo de hablar de ello?
Como mencionaba unas líneas atrás, es normal un estado de ánimo decaído y no hay nada por qué avergonzarse de ello, ocultar este tipo de sentimientos no nos hará mejores personas, aceptarlos y atenderlos sí. ¿Has sentido apatía, confusión, ganas de llorar? Dale su momento, las emociones como cualquier otra necesidad de tu cuerpo requieren de atención para poder cumplir su ciclo en ese momento.
Escucha esa canción a todo volumen, no salgas el sábado y sintoniza la maratón completa del diario de Bridget Jones, lee nuevamente sus cartas, enciérrate un día completo sin hablar con nadie, todo esto es sano y si lo necesitas para superar esa emoción y seguir tu vida, adelante, tómate tu tiempo.
Sin embargo, hablar de depresión y ansiedad es irnos a las grandes ligas, es como hablar de los hermanos mayores y brabucones de la tristeza que requieren un plan de intervención mucho más especializado porque con estrategias simples no se irán, pero para poder ponerle solución, primero hay que saber identificar qué está pasando, aceptar lo que nos sucede y entonces pedir ayuda.
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