Los nombres son muy importantes para las personas, nos identifican y en cierta forma definen, hay nombres cortos, otros son largos, algunos se repiten con facilidad pero otros son excéntricos y difíciles de pronunciar.
Si más de una vez te han preguntado «¿cómo?» después de dar tu nombre, entonces seguro te has enfrentado a estas otras cosas que solo cuando tienes un nombre raro te persiguen…
Lo escriben mal
No hay nada peor que tener que repetir varias veces tu nombre que el hecho de que aún así lo escriban mal.
Te llaman diferente
Será porque no logran aprenderse tu nombre o deciden jugarte una mala broma.
Dar tu nombre por teléfono es una pesadilla
Estás acostumbrada al ritual que conlleva dar tu nombre, pero por teléfono la pesadilla es peor, escuchando una y otra vez ¿me lo repite por favor?
¿Qué significa?
Y es que ¿por qué forzosamente un nombre raro tiene que tener historia? Bueno, la verdad es que desearías así fuera pero a tus padres simplemente se les ocurrió.
Y ¿cómo te dicen?
Pues así, ahora resulta que además de batallar con tu nombre tienes que tener uno de respaldo.
Tienes que revisar siempre
Puede que estés acostumbrada y pases por alto muchas faltas, pero cuando se trata de cosas o documentos oficiales sabes que debes revisar letra por letra una y otra vez.
Facebook no te cree
Cada que quieres crear una cuenta nueva o cambiar tu nombre de usuario, facebook te dice que debes colocar tu nombre real…pero, ¡ese es!
Bromas y más bromas
Bueno, cuando eres adulto no tanto, pero seguro durante el colegio tuviste que soportar bromas de todo tipo con tu nombre.
Comparaciones raras
Cada que se pronuncia un nombre raro ya sea en la tele o libros de texto, sabes que todos a tu al rededor te voltean a ver y no falta la típica frase «mira, se llama como tú», aunque no tengan nada que ver, más ambos son nombres raros, claro.
Sin embargo aunque hayas tenido que batallar durante toda tu vida, seguro buscarás ponerle un nombre igual a tus hijos, porque sabes que tener un nombre raro te hace sentir único y especial.
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