Luego de años en los que habían perdido vigencia dentro de la moda masculina, los trajes han recobrado una importancia llamativa desde hace algún tiempo, gracias al éxito de una serie de televisión, la famosa Mad Men. Ambientada en los años 60 -donde el traje era todavía el uniforme de cualquier hombre que trabajase en una oficina o que quisiese aparentar cierta elegancia- el personaje principal, Don Draper, utiliza ropa impecable para su nada limpia actividad profesional y personal.
La reconstrucción de la moda de hace 5 décadas, en la que actualmente se inspiran la mayoría de los diseñadores masculinos y que incluso se refleja en los escaparates de tiendas de venta masiva, como Zara, por ejemplo, pasa por seguir ciertos parámetros. En primer lugar, el color de los trajes: grises, negros y azules oscuros, combinados casi siempre por inmaculadas camisas blancas, preferiblemente de doble puño y gemelos. En segundo lugar, las dimensiones: trajes tallados, de solapas angostas, corbatas unicolores y también delgadas, pantalones tipo pitillo, algo cortos en la bota.
Completan el look determinados detalles resaltantes: pañuelo blanco con corte recto en el bolsillo de la solapa (nada de pieza multicolores que brotan como ramos de flores), pantalón con raya en el medio, con bolsillo oblicuos y bota sencilla, bajo ningún concepto con doble vuelta.
El único problemita con esta moda es que no queda muy bien para los que tenéis algo de barriguita, pues el riesgo de herir a alguien con algún botón que salga disparado cuando os sentéis es alto. Afortunadamente, es en este aspecto donde los diseñadores han tratado de no copiar tan al pié de la letra el estilo Mad Men, permitiendo cierta holgadez en el talle. De lo contrario, Alec Baldwin, por ejemplo, no hubiese podido mantenerse a la moda.