Niños irritables, hiperactivos o demasiado pasivos, explosivos, intolerantes…¿te suena familiar? No siempre se deben estas respuestas a una mala educación o pequeñas manipulaciones.
Un comportamiento de esta índole debe ser observado y atendido ya que puede deberse a algún trastorno en el desarrollo que desencadena ese tipo de respuestas.
Usualmente se piensa en autismo, déficit de atención, ansiedad, pero poco se conoce sobre una alteración muy importante que incluso puede estar afectando a muchos niños e identificarla a tiempo es crucial para su atención.
El trastorno de procesamiento sensorial afecta la manera en como los niños procesan su entorno a través de los sentidos, usualmente usamos nuestra vista, oído, gusto, olfato y tacto para entender dónde, cómo y cuándo estamos, ente otra información y así captar nuestro contexto dando una respuesta de acción ante éste; moderar el sonido ante ruidos fuertes, identificar texturas al toque, procesar y clasificar olores, etc.
Sin embargo imaginemos cuando algo de este proceso normal no está funcionando correctamente y esos estímulos son percibidos de manera anormal y molesta, entonces entenderíamos el por qué de sus reacciones.
La manera más sencilla de identificar este trastorno es mediante la observación, es común que salte a la vista una vez que los niños están en edad escolar ya que es aquí donde entrar en una mayor interacción con el mundo y sus respuestas son más notorias.
Aunque no hay cura ya que no se trata de una enfermedad sino de una condición, afortunadamente se puede mejorar la calidad de vida de los pequeños mediante terapias que les ayuden a ser más tolerantes y aprender su propia manera de percibir al mundo.