Durante el embarazo más del 70% de las futuras madres sufren de dolor en la zona lumbar. Entre los factores que afectan este problema se encuentra el sedentarismo, tener mayor peso de lo normal y el estrés, agravándose en las últimas semanas de gestación pero puede notarse desde un principio.
De esta forma, al tan solo iniciar el embarazo muchas mujeres empiezan a notar un malestar especialmente en la zona de los riñones, debido al paulatino cambio de lugar del útero, a pesar de ser muy pequeño. El dolor se percibe como una presión en el recto, provocando un leve dolor en la zona baja de la espalda.
Al final del primer trimestre, el útero inicia a desplazarse hacia la parte superior, disminuyendo la presión en la zona sacra. Del tercer al quinto mes la mayoría de las molestias de la espalda son bastante moderadas, sin embargo a partir de ese momento los dolores aumentan.
Para compensar el crecimiento de peso y el aumento de la tripa y mantener el equilibrio al momento que estés parada o caminado, la columna vertebral se acentúa, ocasionando una hiperlordosis lumbar.
Por otra parte, el aumento de líquido en el torrente sanguíneo en cuanto a las hormonas, especialmente la progesterona y la relaxina, son las principales causantes de la distención de los músculos y ligamentos, que soportan de manera más eficientes la columna vertebral.
Al finalizar el embarazo, las madres se vuelven aún más sedentarias, un aspecto que no ayuda a desaparecer el dolor de espalda. Al momento de caminar lo hacen con las piernas abiertas, debido al resultado de la presión que el bebé estuvo realizando en la pelvis durante el embarazo, eso sí, favorece a la aparición de contracturas.