Si estás planeando tener un bebé, o te encuentras ya en tu primer trimestre de embarazo, seguramente además de las felicitaciones claro, comienzas a escuchar un sinfín de sugerencias y comentarios como “aprovecha para dormir, ahora que puedes”.
Pues bien, cuando a mí me lo llegaban a mencionar, muchas veces pensada que exageraban o que mi caso sería diferente, pero ahora, con unos años que llevo ya del otro lado, puedo decirte que incluso, a mi madre misma le faltó darme más información al respecto, pues definitivamente, una vez que un hijo llega a tu vida, nada vuelve a ser igual.
Te comparto a continuación algunos de los porqués entre las cosas que más cambian cuando eres madre.
Tu cuerpo.
Bueno, esto no es ningún secreto, sólo imagina la revolución que experimenta tu cuerpo al llevar y formar una vida por dentro durante aproximadamente 9 meses.
Las caderas se ensanchan, los senos de llenan de leche, el vientre se estira, claro que habrá cuerpos que se transformen de manera menos visible que otros, sin embargo es bueno que nos hagamos a la idea pues créeme, una vez que te des cuenta del milagro que tienes en tus brazos, la vanidad sale sobrando.
El descanso.
Tus horas de descanso dependerán totalmente de tu pequeño o pequeña, la mejor recomendación sin duda es dormir cada que tengas oportunidad, porque tus noches se vuelven un caos, despertarás cada 2 horas en promedio para darle de comer y aún así, tu instinto te hará despertar continuamente para revisar si sigue respirando.
Sin embargo, también sucede otro acontecimiento muy interesante pues con el paso de los años, mientras que de soltera requerías de todo un ritual para irte a la cama y conciliar el sueño, cuando eres madre y por fin logras dormir un poco más, lo harás en cualquier oportunidad que tengas sin importar la posición, el ruido o hasta el rincón en el que te acomodes, quedando siempre atenta para cualquier momento en que requieras despertar y continuar tus tareas de madre como si nada hubiera pasado.
A la hora de comer.
Jamás volverás a comer cuando tengas hambre, primero estará el atender a tu pequeño, los primeros meses porque es un pequeño indefenso que depende totalmente de ti para ser alimentado, y después porque aún cuando creas tener todo bajo control y te puedas sentar a probar tus alimentos, siempre habrá algo que requiera te levantes de tu lugar.
Pero no te preocupes, aprendes a comer por tiempos, a comer de forma veloz o a hacerte de tus técnicas para saciar tus necesidades sin despegarte de tus tareas.
Tu economía.
Esto es más que obvio, mientras que hace un corto tiempo te preocupabas por qué par de zapatos comprar, bueno, ahora harás lo mismo pero en unos cuántos números más pequeños. Tus prioridades económicas siempre serán las de tu pequeñ@.
Sin embargo, esto no es un martirio, pues créeme que como madre, te llenas de gran gusto e incluso disfrutas más que los gustos propios cada que le compras algo a tu bebé.
La casa.
¿Gozabas de muebles blancos y minimalistas? ¿Decorados de cristal con alfombras persas? Olvídalo, ahora tu casa será la viva representación de un fuerte de guerra con protectores para enchufes y esquinas, cercas en las escaleras y manitas llenas de chocolate plasmadas en tus cojines.
Es verdad, todo cambia una vez que eres madre, pero una vez que hemos elegido este camino, las recompensas son mayores y como en todo, poco a poco vamos desarrollando habilidades nuevas que nos ayudan a adaptarnos y cubrir las exigencias de ser madres, así que quizá tu casa no sea la misma, tu cuerpo haya cambiado o no vuelvas a dormir como antes, pero créeme que de manera positiva muchas otras cosas también te sorprenderán.