Ni los remedios de la abuela ni el médico familiar son la mejor opción para tratar la salud de los niños.
Aunque algún médico internista, familiar o general puede sacarnos «del apuro» siempre será mejor consultar a un especialista y el médico dedicado al cuidado de los niños es el pediatra.
Basta con entender que el organismo de un niño y un adulto son diferentes tanto en funcionamiento como en madurez, el tamaño de los órganos y el mismo cuerpo es distinto, la madurez en las funciones, la fragilidad de cuerpo en sus primeros años de vida y otras variantes por ejemplo de niños el número de huesos es mayor que cuando somos adultos ya que hay huesos que no han soldado como los del cráneo por ejemplo.
El corazón late mucho más rápido en un pequeño y el tamaño de éste es tan pequeño como el diámetro de su pequeña mano. Por todo esto y más es que se necesita de un médico especializado en estos pequeños y tiernos cuerpos que apenas se están adaptando a la vida, las dosis, medidas, funcionamientos, incluso la manera de interpretar sus dolencias debe ser especial; no es lo mismo guiarse por el llanto para medir un umbral de dolor que simplemente decirlo.
El primer contacto con el pediatra se debe dar desde el nacimiento, así como un médico obstetra debe ser el encargado del alumbramiento y cuidados de la madre, una vez que el bebé ha salido al mundo; es labor del pediatra brindarle todos los cuidados y atenciones para su bienvenida.
Después de esto la siguiente visita con el pediatra deben ser a los 15 días, después en promedio a los 2 meses, luego cada mes durante su primer año de vida y así consecutivamente según lo indique el médico quien en cada visita debe registrar datos referentes a la salud y desarrollo del pequeño desde el nacimiento hasta los 16 años de edad e incluso hasta los 18. Estas visitas son de manera rutinaria, ante cualquier emergencia se debe acudir de inmediato.
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