El jardín biológico usa habitualmente plantas autóctonas ya que no necesitan adaptarse al clima, ni al terreno. Además requieren un menor mantenimiento, puesto que soportan mejor la falta de agua, las plagas, los suelos o las enfermedades. También se pueden utilizar crasas, cactus o determinadas especies exóticas que, hoy en día, crecen perfectamente adaptadas al clima de la Península.
Crear ambiente, en el jardín biológico conviene crear distintos ambientes.
Una manera es agrupando especies según sus necesidades de agua. La finalidad es crear grupos similares a los que la propia naturaleza forma en el campo y además servirán de refugio a la fauna del jardín. Por ejemplo, un zarzal en un rincón dará cobijo y alimento a las aves.
Además, cuanto mayor sea la variedad de plantas, más fácil será controlar y erradicar posibles plagas o enfermedades. Por ejemplo, en el romero se hospedan insectos útiles para combatir determinadas plagas