Hacer cualquier cambio en nuestra vida conlleva un periodo de adaptación el cual puede ser muy complicado y poner toda nuestra existencia en duda.
Entre los cambios más difíciles de lograr están los hábitos alimenticios, sabemos que la comida es uno de los placeres de esta vida y entre tantos sabores, olores, texturas y colores que encontramos en los postres y la comida rápida, olvidarnos de ellos no es nada fácil.
Los primeros días son una tortura real, sientes que estás a punto de claudicar pero tu ímpetu es mucho más fuerte así que lo logras, logras pasar de ese periodo de adaptación y guerra y finalmente comienzas a disfrutar de los beneficios por comer «mejor»…
Estás de mejor humor
Después de vivir tu duelo y ser el aguafiestas de las reuniones porque no podías probar las rosquillas como todos los demás, finalmente comienzas a disfrutar y te das cuenta que incluso tu estado de ánimo es mucho mejor que antes.
Tu esfuerzo por ejercitarse tiene frutos
No solo tu condición física mejora, ahora realmente ves resultados tras ese arduo entrenamiento.
Se regula tu digestión
¿Sabes en qué se convierten las harinas dentro del intestino? Bueno ya no tendrás que pensar en ello y tu pancita lo agradecerá, menos inflamación, menos ruidos, menos esfuerzo… todo fluye mejor.
Te sientes más ligera
Aunque tu peso aún no cambie mucho (o puede que sí) la sensación de ligereza comienza desde el interior, un solo ejemplo es que tu corazón ya no se sobre esfuerza en trabajar, tus intestinos no están ocupados todo el tiempo, tu sangre fluye mejor, ¿le seguimos?
Rompes con círculos viciosos
Las harinas, dulces, frituras y todo eso «tan delicioso» es adictivo, ¡de verdad!… Por lo que una vez que rompes con ese círculo vicioso te sentirás más libre y podrás comer de así desearlo por gusto y no por necesidad.
Sigue leyendo; Cosas que te pasan cuando comienzas a comer «mejor» parte 2