Dodecaneso, una cadena isleña que desciende por el mar Egeo, posee una de las más espléndidas islas del Mediterráneo, Rodas.
De enigmática belleza y gran variedad paisajística, expone una abundante vegetación contrastante con sus pequeñas casas de formas cúbicas e increible blancura. En ella se pueden sentir las huellas dejadas , a lo largo de su historia, por sus diferentes ocupaciones: greco-romana, bizantina, otomana y franca.
Esta isla es un importante centro turístico internacional, especialmente la parte norte, alrededor de su capital. Fue uno de los puertos más famosos de la antigüedad, conocido por el Coloso, la enorme estatua que da la bienvenida a todos sus visitantes.
Tsambika, es una de las mejores y más frecuentadas de sus playas, con sus litorales de arena a los que se puede llegar sólo en embarcaciones que parten cada mañana del puerto de Emporio.
Rodas es una ciudad con vestigios medievales, con gigantescas murallas y minaretes. Aún hoy se elevan siete puertas de la antigua ciudad amurallada, legado de los Caballeros de San Juan. El Museo Arqueológico, El Museo Bizantino y el Antiguo Barrio Judío son visitas obligadas.
Mandráki, puerto antiguo presidido por tres molinos; el Monte Smith, vestigio de la Rodas helénica con su templo de Apolo; el Teatro Antiguo; el Odeón; el pueblo de Lindos, con sus casas blancas a modo de fortaleza; su Acrópolis; el Monte Ilías, con senderos que penetran un gigantesco monte de pinos; el pueblo de Monolitos, en una colina coronada por un castillo de las Cruzadas, son recorridos que no pueden obviarse por sus importantes vistas, colores, historias, comidas y por su amplio menú de posibilidades.