Creta, la isla más grande de Grecia y la quinta del Mediterráneo, tiene una longitud de 360 kilómetros y montañas que superan los 2.000 metros de altura. Su ancho varia entre 13 y 60 kilómetros (dato curioso, a considerar, ya que se trata de una isla que necesita más tiempo que las demás para su visita). Habitada principalmente al norte, el sur es aconsejable para perderse por sus playas y lugares paradisíacos.
Posee grandes contrastes, fértiles montañas, grandes llanuras, bosques de palmeras o pinos, playas doradas y aguas cristalinas, debido a su particular clima. Su situación geográfica y sus cruces culturales han determinado significativamente su historia. Es cuna de la civilización más antigua de Europa, la Cretense o Minoica que comienza 2.800 años antes de Cristo. Ésta nos dejó el legado de sus enormes palacios y el florecimiento de las artes y el comercio. Luego de la devastadora erupción del volcán Santorini (1.400 a. de C.), quedó arrasada y con ella la civilización Minoica. Con los romanos adquiere cierta relevancia, tomada más tarde por los sarracenos, Bizancio, venecianos y exterminada por piratas, cedida a los egipcios y finalmente en 1.912 vuelve a formar parte de Grecia.
La forma más inteligente de visitar la isla es entrar por el aeropuerto al este (Heraklion) y salir por el otro del oeste (Chania). Hacia el oeste se pueden recorrer las playas de Elafonissi, Sfakia y Preveli, predomina allí la cara salvaje y auténtica de la isla. En la zona central se destaca su capital, Heraklion, y la mayoría de los palacios minoicos como Konosos, Festos, Gorlis y Agia Triada. En la zona este sobresalen las poblaciones de Agios Nikolaos y Elounda.
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