Trauma psicológico

La expresión trauma psicológico o trauma psíquico se ha usado erróneamente con tanta frecuencia que ha llegado a perder su significado. Actualmente se lo confunde con “conflicto”, “crisis”, “dificultad grave”.

Laplanche y Pontalis definen al trauma como un acontecimiento en la vida de una persona que se caracteriza por:

  • Una gran intensidad
  • Una incapacidad para responder adecuadamente al hecho
  • Una perturbación y efectos patógenos duraderos en la organización psíquica.

El trauma se produce por un exceso de excitaciones en relación a la capacidad de la persona de tolerarlas, canalizarlas y elaborarlas psíquicamente. Para ejemplificarlo muy simplemente podríamos homologarlo a la recarga energética que sufren las líneas eléctricas. Experiencias de este tipo son más propensas a sufrirse en la infancia, de allí la necesidad de cuidar a los niños de exposiciones dañinas.

El suceso vivido es tan intenso que la psiquis no logra eliminarlo ni procesarlo, no consigue darle una significación como sucede con otros hechos de la vida diaria. La consecuencia inevitable es un trastorno en el funcionamiento normal de nuestra psiquis. Por lo general, el hecho permanece tan apartado de nuestra conciencia que los estados de angustia que provoca son la única punta visible del iceberg. Esbozos del hecho traumático aparecerán siempre en nuestra conducta, aún cuando, conciente o inconscientemente, tratemos de olvidar. En contraposición, a mayor intento de olvido mayores serán las consecuencias.

En la mayoría de los casos, la elaboración-superación de un trauma psicológico y la accesibilidad (necesaria para tal fin) sólo se logran mediante análisis.

4.3

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