Madre suficientemente buena

Interpretando a Winnicott, podríamos decir que lo que todo niño necesita para un desarrollo saludable es una madre suficientemente buena; no perfecta, solo suficientemente buena.

Por lo general, en las primeras semanas de vida, la madre se acopla y adecua casi perfectamente a las demandas del bebé, respondiendo al instante y ante toda petición. Pasado el tiempo, la madre se transforma en lo que este autor llama una madre suficientemente buena; es decir, una madre con humanas imperfecciones, que frustra e introduce al niño a la realidad exterior.

Este cambio, más que un defecto es una necesidad; pero debemos hacer una salvedad. El bienestar infantil depende de la capacidad de la madre, o persona sustituta, para desarrollar las funciones de maternaje; es decir, aquellos comportamientos que aportan al niño los cuidados necesarios para su supervivencia, y para su desarrollo físico y psíquico; como por ejemplo: el amor, las estimulaciones, las caricias, etc. (Roland Doron Francois Parot).

Una madre suficientemente buena, es aquella que provee al niño de todo lo que necesita; incluyendo graduales frustraciones, que le permitirán a éste adecuarse al medio exterior.

4.4

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