Se entiende como belleza a aquello que ocasione una estimulación placentera en nuestros sentidos; podemos encontrar belleza en el sonido, la forma, la textura o la imagen en cualquiera de los elementos que nos rodean incluso en nosotros mismos.
Los estándares de belleza han cambiado con el tiempo pero se mantiene un elemento constante para medirla el cual considera a la armonía o simetría como principal eje de lo que consideramos estimulante.
No importa el origen étnico, la edad o la época, una mujer bella lo es, fue y será siempre gracias a esta constante partícularmente hablando del rostro dicha simetria se puede medir ¿sabes cómo?
Colócate frente al espejo y valora tu rostro, lo más fácil es hacerlo con la cara lavada, sin cabello sobre el rostro y de frente. Traza una línea imaginaria en el centro de tu cara de manera vertical; ahora comparar ambos lados de tu rostro entre sí donde a partir de la línea central cada elemento tiene que quedar a la misma distancia.
Si esto te resulta difícil puedes emplear un programa de edición para hacer la valoración con más exactitud.
En teoría, un rostro armonioso o simétrico es en resultado un rostro bello y dicha simetría se mide de manera standar pero sobre cada persona, es decir; si el ancho de tus ojos es el mismo y a su vez es igual al espacio que hay entre ellos; si el largo de tu nariz es el mismo largo de tu boca, si a partir de la línea media tu nariz, boca, frente y barbilla se encuentran partidas exactamente por la mitad y si ambos ojos están a la misma distancia.
Aún así la belleza es muy subjetiva y aunque esto del rostro simétrico es una constante gracias a las tendencias y modas se puede complementar con otros elementos, además claro de contar con la personalidad, los valores e ideales, todo lo que constituyen la imagen de una persona.
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