Infección urinaria y pielonefritis

¿Sientes escozor al orinar, constantes ganas de ir al baño o tienes dolores en la zona del bajo vientre? Puede que tengas una infección urinaria. Descubre la mejor manera de evitarla y sus características.

Existen varias razones por las que las mujeres embarazadas son mucho más propensas a sufrir una infección urinaria, una de ellas resulta ser la característica anatómica del aparato urinario externo de la mujer.

En las mujeres la uretra es mucho más corta que en los varones, lo que facilita a gérmenes el acceso hasta la vejiga, lugar donde se reproducen generando la llanada infección.

Durante el embarazo el alto nivel de progesterona produce el aumento de secreciones vaginales y adicionalmente las hormonas y el peso creciente peso del útero evitan que la vejiga llegue a vaciarse por completo, la acumulación de orina durante largos periodos de tiempo producen cierta fermentación y, por consiguiente, una posible infección urinaria.

En caso de llegar a complicarse, una infección urinaria puede derivar en una pielonefritis, que es la misma infección pero a nivel de los riñones. Los síntomas suelen ser los mismo, sólo que adicionalmente se suele padecer de fiebre y dolor de espalda.

El dolor de espalda muchas veces suele confundirse por el dolor característico producido por el peso del creciente abdomen que fuerza a la curvatura natural de la espalda. Por lo que es importante que comentes con tu médico cualquier dolor o molestia que tengas, así podrás tratar el problema desde un inicio.

El médico te pedirá algunos análisis para comprobar que se trata de una infección, probablemente un análisis de sangre para determinar el nivel de glóbulos blancos en tu sangre y un cultivo de orina para comprobar la existencia del germen colibacilo, usualmente el responsable de esta afección.

El tratamiento acostumbrado se realiza por medio de antibióticos, que sean adecuados para tu estado y no interfieran o perjudiquen en absoluto el desarrollo del bebé.

Cuando la infección urinaria no es tratada, sobre todo en los últimos meses de gestación, puede llegar a desencadenar un parto prematuro. Por lo cual es importante realizar un tratamiento y en lo posible evitarla.

Existen algunas acciones  básicas que pueden ayudar a evitar su aparición.

Toma bastante líquido, tomar el mínimo recomendado de 8 vasos de agua al día pueden, además de evitarte infecciones, contribuir a la salud de tu piel y a la adecuada generación de líquido amniótico esencial para tu bebé.

El aseo también es una parte importante, recuerda siempre limpiar la zona genital de adelante hacia atrás. Utilizar jabones específicos para la zona, que ayuden a mantener el PH balanceado. Y utilizar ropa interior de algodón que permita a la delicada piel mantenerse fresca y seca.

Si tienes abundante flujo vaginal, opta por utilizar protectores íntimos, nunca tampones. Y lavarte la zona con agua limpia cada vez que vayas al baño.

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