Antaño la manera en que se debe de educar a los hijos era transmitida de generación en generación, las abuelas y las madres siempre estaban llenas consejos para las madres primerizas.
Con el pasar del tiempo, aumentaron la cantidad de consejos, ya no únicamente las mujeres de la familia aportan ideas sobre la crianza de los pequeños, sino que se han elaborado un gran número de teorías y consejos, tanto del punto de vista psicológico como del médico.
Una de estas teorías, la teoría del apego acuñada por Jhon Bowlby, psiquiatra y psicoanalista, ha dado mucho de qué hablar gracias a que en base a esta el pediatra William Sears creó toda una corriente con respecto a la crianza. La llamada crianza con apego.
La crianza con apego, hace hincapié en la teoría de que un fuerte vínculo emocional con los padres durante la infancia, y más aún durante la primera infancia, desembocaría en el desarrollo de una personalidad independiente y segura, unas buenas relaciones interpersonales y un buen comportamiento en los niños. Extendiendo estas virtudes, claro está, no sólo durante la infancia sino que también durante la etapa de adolescencia y por último en la etapa adulta.
Los partidarios de la crianza con apego o attachment parenting, en su idioma de origen, buscan fortalecer el vínculo de padres e hijos, basándose en los siguientes principios.
- Preparación para el embarazo, el nacimiento y la paternidad.
- Alimentación con amor y respeto.
- Respuesta sensible a las necesidades del bebé desde que nace.
- Contacto materno el mayor tiempo posible.
- Promover el sueño seguro físicamente y emocionalmente.
- Promover el cuidado cariñoso constante.
- Practicar la disciplina positiva.
- Buscar el equilibrio entre la vida personal y familiar.
Existen y existirán muchos padres que se encuentren totalmente de acuerdo con los principios que esta corriente propone, así como también existirán otros que verán muchos de estos puntos como inadecuados, poco prácticos, irrealizables o hasta poco aconsejables.
Uno de los puntos más cuestionables, en especial por las madres que tienen que trabajar para apoyar o mantener a su hogar es el punto de mantener un contacto materno el mayor tiempo posible.
Muchos psicólogos, etnólogos, pediatras y entendidos recomiendan este principio apoyando la teoría en un ejemplo sencillo. Son muchas las poblaciones y etnias en las que la madre lleva al niño cargado a cuestas todo el tiempo mientras realiza sus actividades cotidianas.
Muchos pediatras afirman que esta práctica incluso ayuda a prevenir los cólicos en los niños, ya sea por la posición que ayuda a la eliminación de gases o por el delicado movimiento de la madre al caminar.
Pero, en nuestros días, y en un entorno más bien citadino, el llevar al niño a cuestas todo el tiempo puede resultar en múltiples complicaciones.
Si bien muchas madres hacen el intento de pasar el mayor tiempo cargando a su hijo, es cierto que en algún momento se verá obligada a dejarlo en una cuna, un carrito o en la cama para poder realizar alguna actividad que resultaría hasta irresponsable realizar con un niño a cuestas.
Sin contar con las críticas que se recibirían de familiares, amistades y otras personas que casi siempre terminan por afirmar que se está malcriando al niño por levantarlo y llevarlo siempre en brazos.
Si bien se podría hacer caso omiso de las críticas y seguir adelante con la crianza con apego con la idea firme de que es lo mejor, existe un punto que jamás se debe olvidar. La búsqueda del equilibrio entre la vida personal y familiar.
Se debe buscar un equilibrio entre cumplir con las metas y actividades personales sin descuidar la atención de nuestro hijo. Así, cada madre será capaz de elegir lo que le parezca o no más conveniente en cuanto a la crianza de su hijo, siempre respetando y buscando la felicidad de su retoño.