Una sonrisa radiante es un detalle estético muy deseable para todas las personas. Y el estar embarazada no suele evitar el deseo de poseerla.
Uno de los tratamientos dentales que se ha hecho más popular con el paso del tiempo es el blanqueamiento dental. Tal es el deseo de la gente por lucir una sonrisa blanca que muchas empresas farmacéuticas ponen a disposición del público una gran gama de productos.
El blanqueamiento dental, profesional suele llevarse a cabo de dos formas principales, una en consultorio y la otra de forma ambulatoria.
En el tratamiento en consultorio el dentista, luego de realizar una limpieza mecánica de las piezas dentales, recurre a la utilización de químicos y en una posterior sesión aplica un concentrado especial a base de fluor.
En cambio, en el tratamiento de ambulatorio, el dentista sacará previamente un molde de la dentadura del paciente, para que éste en la comodidad de su casa aplique una serie de geles y productos durante la noche para conseguir el blanqueamiento dental deseado.
En ambos casos, tanto las sustancias abrasivas como el fluor, pueden ser accidentalmente ingeridas en pequeña cantidad por la madre. Y si bien no se encuentra científicamente comprobado de que fueran dañinos para la gestación, tampoco existen estudios que indiquen lo contrario.
Es por esto que el criterio de muchos médicos y dentistas es el de evitar este tipo de tratamientos, básicamente estéticos, durante el embarazo e incluso postergarlo hasta pasada la lactancia.
Por el riesgo de que las sustancias utilizadas puedan pasar por el torrente sanguíneo directamente al feto o en el caso de ya haber nacido el bebé, por medio de la leche materna.
Adicionalmente, los blanqueadores en tiras y otras presentaciones de venta libre en farmacias, a pesar de tener una concentración mucho más reducida de químicos que las sustancias utilizadas en los consultorios dentales, no dejan de contenerlos. Por lo que tampoco resulta adecuado su uso en esta etapa.
Una opción parcial y temporal para el blanqueamiento de tus dientes puede ser el blanqueamiento casero, al puro estilo de la abuela. Con una mezcla de bicarbonato, sal, limón y agua oxigenada. Formar una pasta con estos ingredientes y lavarse los dientes con ella.
Resulta en parte efectiva, con el pequeño inconveniente de que la naturaleza ácida de los ingredientes puede dañar el esmalte de los dientes de manera irreparable si es que se usa con demasiada frecuencia.
Incluso, existen algunos tratamientos dentales, como el tratamiento de conductos entre otros, que deberían de ser relegados hasta una vez concluido el embarazo.
Siempre que te vayan a realizar algún tratamiento dental, sea cual sea este, no olvides consultar previamente con el médico de cabecera o matrona que te realiza los controles prenatales para evitar complicaciones.
Son muchas las recomendaciones que se hacen para poder eliminar inconvenientes dentales durante el embarazo. Pero la más simple y primordial es realizar una adecuada limpieza dental en casa, utilizando siempre pasta dental, hilo y enjuagues bucales, en especial los destinados a prevenir problemas como la gingivitis, muy común en el embarazo.