Aquellas plantas que nos gustan, son tropicales.
Y para saber qué suelo o tierra han de tener, debemos saber su procedencia. Ha de tenerse en cuenta que el suelo de
las plantas tropicales está húmedo y con una temperatura constante durante todo
el año. Así que es lo que tendremos que contrarrestar durante las distintas
estaciones de nuestro clima (allí solo hay uno). Así pues, en verano nuestra
tierra perderá humedad muy rápidamente y en invierno la temperatura será mucho
más baja de lo normal. En consecuencia la tierra, en verano, deberá ser regada
con mayor frecuencia. Aunque no de manera abundante. Es decir, es mejor regarla
con frecuencia pero en pequeñas cantidades. De no ser así, si encharcamos la
tierra corremos el riesgo de que las raíces de nuestras plantas pierdan la
propiedad de absorber el agua y así la muerte de nuestra planta. Un síntoma
evidente de encharcamiento es que las hojas de la base de nuestra planta se
amarilleen y caigan. En invierno, por el contrario, debemos reducir la
frecuencia de riego y hay que proteger la raíz de ésta.