Más bajos que un árbol, en general, algunos son de extraordinaria altura y espeso ramaje. Y es que su tamaño oscila enormemente: algunas coníferas no superan los 40 ó 50 centímetros, mientras que la lila, de fragantes flores, alcanza dos o tres metros de altura.
Simplemente tenemos que ser conscientes que, una vez decidido poner un arbusto, el lugar que hemos seleccionado no limite el crecimiento a tenor del desarrollo propio del arbusto. Distinguir entre un arbusto y una mata o subarbusto es fácil: los primeros están lignificados por completo, es decir que tienen un aspecto más de árbol pequeño, con todas sus características, mientras que las matas son pobres en tejido leñoso y sus ramas jóvenes son verdes y blandas hasta el segundo o el tercer año.
Algunos arbustos, como la camelia, el acebo a la adelfa, pueden cultivarse como árboles, dejando un tronco solitario en la base. Pudiendo alcanzar grandes alturas.