¿Es posible llenar de tantos momentos especiales una misma película? En Pájaros de Papel se concentra mucha dulzura, mucha humanidad, pero también muchísimos lamentos. Con el franquismo de fondo y un drama muy realista, Emilio Aragón debuta como director, en la que parece ser la única candidata firme para los próximos Goya (hasta el momento).
Aragón, tan experimentado en televisión, une a Imanol Arias, a Lluís Homar y a Roger Príncep, componiendo un peculiar triangulo familiar, en el que dichas y penas pasaran sobre ellos, uniéndolos y fortaleciéndolos en muchos aspectos de sus vidas, como lo son el ámbito laboral y personal. La maravillosa relación, muy bien definida gracias al guión de Fernando Castets y del mismo Aragón, facilita las emociones e incita las lágrimas.
El elenco lo complementa con mucho oso la popular Carmen Machi, quien aporta comicidad y melodía a la historia, aunque su desaparición a mitad de película es incomodo e innecesario.
La preciosa banda sonora, resalta su colorida narración. Una fotografía muy abierta y gris soporta la faceta trágica, mientras que un montaje con mucho dinamismo, da ritmo y elocuencia. La cinta se engrándese en muchos aspectos, y el reparto técnico es sin duda gran responsable de ello.
Su longitud excesiva es remendada con un final excepcional y emotivo, con la especial aparición del consagrado Miliki, en un momento desvirtuado y fantástico, donde la historia termina alejándose de la terrible realidad que dibujó, y convirtiéndose en un sueño donde ficción y magia atrapan a los personajes, superponiéndolos a un plano heroico y perfecto.
Pájaros de Papel, es una película tierna y equilibrada; transmite belleza y reflexión y además, con un compás preciso e intimo.