Algunas son herbáceas y otras leñosas de troncos relativamente fuertes, pero todas se caracterizan por su capacidad de trepar y darle una apariencia selvática al jardín.
El grupo de las trepadoras abarca una gran variedad de plantas. Las hay auténticas, que trepan por sí mismas, con raíces aéreas que las sujetan a los muros, árboles u otros soportes, ya sean naturales o colocados por nosotros en su ascenso.
En el caso de las populares hiedras o la parra virgen. Otras tienen tallos reptantes, como los de Galium aparine, cuyas espinas pegajosas le ayudan a afirmarse sobre el soporte. También están las que, como los rosales trepadores, cuentan con espinas en forma de gancho con las que ascienden por las superficies. Y hay algunos que presentan un crecimiento helicoidal del tallo.
Aunque las vayas y fachadas de los edificios son el soporte usual de las trepadoras, también existen elementos decorativos más elaborados.