Por su propia condición las plantas de interior viven al margen, aunque no ajenas, a las condiciones climáticas externas. Protegidas de las temperaturas externas extremas por el parapeto de la vivienda, el clima juega un papel secundario, como lo muestra el desarrollo de especies tropicales en hogares situados a mucha distancia de su hábitat natural. A pesar de ello, también exige unos cuidados mínimos.
Aunque estén fuera de su situación originalmente natural, todas las plantas tienen un pasado de exterior y, en consecuencia, están sujetas a la influencia del sol y no permanecen invulnerables a fenómenos como la insolación. Para ello, algunas plantas de interior necesitan que la luz llegue filtrada a través de las cortinas o de persianas. Al mismo tiempo, la vida de las plantas depende de la luz del sol. Gracias a ella, estas producen oxígeno y sintetizan la materia orgánica que necesitan para vivir mediante la fotosíntesis. Si bien también se puede conseguir el crecimiento de las plantas mediante el uso de la luz artificial.