Los tipos de suelos que tenemos que tener en cuenta para nuestras plantas de interior son tales como el arcilloso, arenoso y turber
Si nuestra planta tiene necesidad de tierra arcillosa debemos saber que:
La tierra arcillosa consta de partículas muy pequeñas que están muy cerca una de otra. Por eso, se considera un suelo pesado con una estructura fija.
La arcilla nunca está completamente pura en el sustrato, sino que se encuentra íntimamente ligada con la materia orgánica. Cada otoño, es conveniente remover la tierra arcillosa y proveerla de material orgánico como, por ejemplo, compost casero.
En verano es aconsejable mantener suelta la tierra superficial, escardándola con regularidad. De este modo, se garantiza que las raíces obtengan suficiente oxígeno. Y también protegerla para que no se reseque y endurezca, lo que implicarían una carencia de oxígeno
Como la tierra arcillosa retiene muy bien el agua, casi no hace falta regar. Por otra parte, en períodos lluviosos, el agua se
quedará en la superficie. Si se riega en exceso o llueve demasiado puede encharcarse y tener un mal drenaje. En esos casos, no se debe pisar el suelo y hay que dejar que el agua baje por sí sola. Pero no todos los suelos tienen un mal drenaje. A pesar de ello, los terrenos arcillosos tienen mayor fertilidad potencial que otros tipos de tierra, pues pueden proporcionarle a las plantas mayor cantidad de nutrientes.
ir hacia arriba