El girasol (Helianthus annuus), nativa de América del Norte, ha sido cultivada por sus semillas comestibles, el aceite y por sus flores muy decorativas. Los girasoles son plantas relativamente fáciles de crecer. Sin embargo, antes de la siembra, se debe comprobar que tiene el tiempo y susceptibles de las condiciones climáticas y que elija una variedad bien adaptada a su ubicación geográfica y sus propósitos.
Girasoles pueden crecer en una amplia gama de lugares, desde Argentina hasta Canadá hasta el centro de África a Rusia. Sin embargo, las flores resistentes tienen todos en común la exigencia de plena luz solar. Un rasgo característico del girasol es su fototropismo, con sus flores grandes, en forma de placas girando durante el día para hacer frente continuamente al sol. Sin embargo, estos amantes del sol son relativamente insensibles a la duración del día cambiando a lo largo del año, lo que permite crecer a la planta en cualquier época del año.
Los girasoles son relativamente resistentes con respecto a las temperaturas, así como la duración del día. Idealmente, la temperatura ambiente debe estar comprendida entre 70 y 78 grados Fahrenheit para el mejor crecimiento, a través de una gama de temperaturas de 64 a 91 grados Fahrenheit, produce resultados de crecimiento casi idénticos. Los girasoles son especialmente tolerantes a temperaturas muy bajas, con semillas de girasol potencialmente germinar a temperaturas tan bajas como 39 grados Fahrenheit. Sin embargo, la germinación generalmente sucede una vez que las temperaturas alcanzan al menos 46 a 50 grados Fahrenheit. Una vez que las plántulas han entrado en su etapa de cotiledón, pueden soportar temperaturas de hasta 23 grados Fahrenheit. Una planta madura puede soportar temperaturas tan bajas como 28 grados Fahrenheit.