Dicen algunos entendidos que la mejor música de cine es aquella capaz de pasar totalmente inadvertida: cuando al acabar la película te preguntas si había sonado o no la música durante la proyección. Tal vez sea cierto, desde el punto de vista de la narración visual, pero cuando las imágenes y la música consiguen la soñada compenetración, el producto final, la película, puede volar muchísimo más alto. Existen algunos ejemplos gloriosos en la historia del cine, uno de ellos es el último tango en parís.
A estas alturas resulta totalmente imposible separar las imágenes de la película con la música de Gato Barbieri quien compuso e interpretó la música para esa película. Este artista se mueve durante toda la banda sonora entre el tango, las baladas estremecedoras y los temas de más contenido jazzistas.
Una película que no puede vivir sin su banda sonora una banda sonora que no puede vivir sin su película. Sin embargo, quién realza a quién o quizá sea la fusión de ambos artes.