Llega una etapa en la que la mayoría de los seres humanos, seamos hombres o mujeres tenemos esa necesidad de echar raíces… tener hijos.
Imagina que estás con tu pareja y comienzas a planearlo, dejas de usar los anticonceptivos y como dicen por ahí, se ponen a hacer la tarea, sin embargo pasan los meses y aún no hay noticias nuevas, pasa el año y siguen sin concebir…
¿Sabías que cuando las parejas en edad reproductiva no logran tener hijos tras intentar un año sin protección, ya se considera un problema de fertilidad? Bueno, ¿entonces qué sigue?
Lo primero es poder identificar este problema, ya que mientras más rápido se actúe, más opciones y mejores probabilidades tendremos para lograr concebir un bebé. Por ello es importante analizar la situación y dejar de lado el orgullo, pues el principal error de muchas personas es creer que esto nunca nos va a pasar o culpar a la pareja.
Existen varias clínicas de fertilidad, acude a ellas, ya que no cualquier ginecólogo tiene la especialidad o el conocimiento en estos casos; en dicho lugar te evaluarán tanto a ti como a tu pareja (en caso de tenerla), su historial médico, estado de salud actual, edades, ritmo de vida, si ya se han sometido con anterioridad a algún tratamiento, etc., para así entonces poder guiarles de la mejor manera y de forma individualizada.
Existen muchos tratamientos y variantes de estos según el caso especial de cada individuo y/o pareja, los cuales se dividen en dos categorías, los tratamientos de baja complejidad y los de alta complejidad, se dividen así por el procedimiento que conllevan, es decir, los de baja complejidad son aquellos que se realizan de forma más natural dentro del cuerpo, mientras que los de alta requieren de la intervención del laboratorio, para conocer más de esto te invito a leer el siguiente artículo.