Saraguro es una pequeña ciudad situada cerca de la ciudad de Loja, al sur del país andino. Se trata de un antiguo asentamiento indio que se creo antes de la llegada de los españoles, cuando los dirigentes del imperio inca decidieron trasladar a un grupo de indios andinos de Bolivia a Ecuador por considerar que eran mejores trabajadores. A partie de esta movilización humana, en el sur de la patria de Eloy Alfaro se estableció un grupo de indios de nariz grande y pantalones recortados a media espinilla: los saraguros.
En la actualidad, Saraguro (Tierra del maiz) es un lugar própero en lo económico pero del que nadie que no esté loco se atrevería a decir que es bonito más allá de su paisaje montañoso. Sin embargo, no resulta extraño encontrar entre las calles de la ciudad a extraños personajes a los que los indios llaman «mochileros». Entre éstos, rubios estadounidenses, morenos españoles y algunos extraños franceses movidos por un sentimiento común que es el que explica que un lugar feo llame tanto al afición entre foráneos.
Creo el sentimiento se llama curiosidad y el motivo del mismo los saraguros lo llaman «nuestra medicina». Esta medicina no es otra cosa más que una mezcla extraña de fuertes alucinógenos que, según dicen, consiguen que algunos de los que los toman viajen en tigre, otros vean a sus hijos volando sobre ellos y, los menos, se líen a golpes dentro de las pequeñas cabañas donde los maestros chamanes suministran el poderoso líquido.