El café I: introducción

La planta del café no sólo era conocida y utilizada en tiempos remotos, sino que seguramente sus hojas fueran mascadas o sus frutos fueran dejados fermentar en el agua para beber entonces el líquido resultante. La utilización de esos granos tostados y molidos a fuego y agua caliente dio finalmente origen al café.

Las leyendas más antiguas sobre el café son árabes y se conocen también leyendas cristianas de finales de la Edad Media, de hecho se cree que el café pudo extenderse por el mundo árabe por intermedio de mercenarios que acudían a África para capturar esclavos. Los musulmanes lo adoptaron de inmediato como buen sustituto del vino prohibido por el Corán. La introducción de esta bebida en Europa data aproximadamente del siglo XVII a través de Viena, Holanda y Venecia, considerándose hoy en día uno de los mejores complementos de una buena comida.

Los granos de café son las semillas del cafeto, un árbol de hojas verdes y flores blancas con olor a jazmín. Una vez recogido el grano de café, se lava y se espulpa y se elimina el estuche o pergamino que encierra el grano. Por último, se realiza una criba.

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